La Hermandad de La Borriquilla, que conmemora su 10.º aniversario, procesionará este año hasta la Catedral por primera vez en su historia.
La parroquia de San Pedro de los Arcos abarcaba amplios dominios que poco a poco fueron desgajándose a medida que crecía la ciudad. Carlos Fernández Llaneza, estudioso de la historia de Oviedo y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA lo puso ayer de relieve durante la conferencia que inició la conmemoración del décimo aniversario de la creación de la Hermandad de la Entrada de Jesús en Jerusalén, conocida por los ovetenses como “La Borriquilla”, que tiene su sede en el templo de San Pedro y toma su nombre de la imagen que hoy conforma el paso que procesiona cada Semana Santa.
Tras el parón impuesto por la pandemia, la imagen de La Borriquilla, que inicia las procesiones en el Domingo de Ramos, volverá a salir a las calles este año, con una novedad que anunció ayer el hermano mayor, Fernando Blanco, ya que llegará hasta la Catedral y el paso se recogerá en la iglesia de Santa María la Real de la Corte.
“El culto religioso en el otero de San Pedro data de la antigüedad, según los vestigios que han podido investigarse; por eso no es casual que en el lugar se asiente hoy el templo”, señaló Fernández Llaneza. El conferenciante, cofrade de La Borriquilla, se crió en los aledaños de San Pedro de los Arcos y ayer recordó con cariño la salida del colegio, cuando los niños jugaban a desenterrar calaveras en el antiguo cementerio de la parroquia. La iglesia contaba con un cementerio parroquial anexo al templo. Este cementerio aparece reflejado en documentos de la Iglesia de 1792 y fue ampliado en 1905 y 1919. En 1956 se celebra el último enterramiento y en 1968 queda libre de restos humanos “Nos gusta recordar ese Oviedo que se formó en el otero de San Pedro, a la sombra de la ciudad, cuando se empezaban a crecer los arrabales de Vallobín y La Argañosa”, indicó Fernández Llaneza. Tampoco olvidó destacar la gran devoción de los feligreses por La Borriquilla, a la vez que realizó un exhaustivo repaso por la historia de la parroquia, que llegó a extenderse de Pumarín al Cristo. En 1934, durante la revolución de octubre, el templo fue seriamente dañado y sus archivos incendiados. Allí murió la militante comunista Aida Lafuente. En los muros de la iglesia se puede ver actualmente el resto de dos obuses que no llegaron a estallar.
“Los primeros indicios de una capilla en la zona que alberga la actual iglesia datan de los tiempos de la época visigótica en los siglos V y VII. El templo, llamado San Pedro del Otero, al estar situado en un otero o loma en la falda del Naranco, fue sufriendo remodelaciones, tal como señaló Fernández Llaneza. “En el siglo XVIII el templo pasó a denominarse de los Arcos debido a la existencia del acueducto de los Pilares en sus inmediaciones”, añadió.
En 1908 se derribó la capilla y se encargó al arquitecto logroñés Luis Bellido la edificación de la iglesia, que se acabó en 1910. Se trata del mismo arquitecto que realizó dos años más tarde la construcción de la iglesia de San Juan el Real.
La Borriquilla llegó al templo en 1955, de la mano de Argimiro Llamas Rubio, que ya lo tenía en la parroquia de la Corte.